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Domótica en oficinas o en edificios de oficinas

oficina
16 ENERO 2017


Las ventajas que la domótica puede ofrecer en una oficina o en un edificio de oficinas se pueden resumir en:
     -  Ahorros energéticos para el empresario
     -  Mayor confort para los trabajadores, lo que implica una mayor productividad y, por tanto, un mayor beneficio económico para el empresario (lo que nos lleva al primer punto de nuevo).

La domótica permite que en toda la oficina la luz se regule por presencia y por nivel de luminosidad: la luz sólo se encenderá en las zonas de la oficina donde haya personas trabajando y siempre a la intensidad necesaria, es decir, a media mañana de un día soleado la luz se encenderá a muy baja intensidad, pero ésta irá aumentando según va acercándose la tarde. Así, no sólo se ahorrará en luz gracias a la regulación de la intensidad, sino también porque si algún trabajador no está en su puesto de trabajo por cualquier razón, su luz se apagará hasta que vuelva a ocupar su silla.

También es posible jugar con las persianas con lamas o venecianas: que se abran, cierren o giren sus lamas de forma automática para así poder aprovechar al máximo la luz del sol, pero sin deslumbrar a los trabajadores, o bien para aprovechar el calor en invierno y la sombra en verano.

Algo muy frecuente que ocurre en las oficinas es el dejar olvidada alguna luz encendida por despiste al final de la jornada laboral, cosa que se puede evitar muy fácilmente gracias a la domótica, mediante las programaciones horarias: a partir de cierta hora todas las luces de la oficina se apagarán (a no ser que se detecte presencia).

Pero el mayor ahorro se consigue con el control inteligente de la climatización. La calefacción se programará para que las oficinas mantengan una temperatura confortable sólo durante el horario laboral, permaneciendo en stand-by (o a una muy baja temperatura de consigna) durante la noche, fines de semana, días festivos.

Por otra parte, las salas que menos se usan (salas de reuniones, almacén…) podrán permanecer a una temperatura más baja, pudiendo programarse que suba en aquel horario en que se va a utilizar. Por otra parte los trabajadores podrán modificar la temperatura de consigna de su zona (aunque sólo si el jefe quiere permitírselo), pero sólo dentro de un rango determinado (20ºC – 23ºC, por ejemplo), para que así nadie pueda cometer la locura de poner la calefacción a 30ºC…

¡Ah!, como alguien abra una ventana la calefacción se apagará inmediatamente hasta que se vuelva a cerrar.

Sin olvidar que, por supuesto, todo lo aplicable a calefacción lo es también para el aire acondicionado.

Además, y ya pensando sólo en el confort de los trabajadores, es posible controlar la ventilación. De forma que, cuando aumenten mucho los niveles de CO2 o en función de cuanta ocupación haya, la ventilación se pondrá a funcionar automáticamente para mejorar la calidad del aire y, por tanto, el bienestar de los que allí trabajan. Pero la máquina de ventilación no siempre tendrá que funcionar al 100% de su rendimiento, sino que lo hará al % necesario (lo que conlleva también un ahorro económico).

Por no extendernos demasiado ya ni hablamos del tema de la seguridad (avisos al móvil cuando entra un intruso, cámaras de videovigilancia que te envía un mail con una imagen de lo que está pasando en la oficina al detectarse un ladrón o incluso a las que se puede acceder desde el móvil y ver lo que ocurre desde cualquier lugar, en cualquier momento). Pero eso ya lo dejaremos para otra entrada de BLOGmotiq.

Después de saber esto… ¿a quién no le apetece trabajar en una oficina inteligente?

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